Aquí se leen (o se solían leer) los ejercicios de escritura automática de un tipo al que le encanta levantarse tarde... pero no puede.

Ver caer las orugas...

...desde el borde de una mesa. O sentarse a observar durante horas la lenta marcha del enano del frente. Visitar por períodos cortísimos la jaula del tití del zoológico vecino, o degustar el suave amargo de los excrementos de paloma. Una abuela puede ser víctima de cualquiera. Uno puede darle un golpe en el cuello a traición y llevarla en brazos a un sitio descampado. Y allí, mientras ella despierta de su sueño forzado, un ser amable puede por ejemplo contarle cuentos infantiles al oído, darle gotitas de aguamiel o acariciar su frente con endebles hebras de pasto. Puede también dejar que sobre su piel las hormigas abran caminos de pionero, y que algunas mariposas planten huevos en el lóbulo de alguna de sus flácidas orejas. Si alguien pregunta qué ha pasado, qué hace una mujer tan entrada en años ahí acostada en la grama al calor de la tarde junto a un hombre tan joven, la respuesta es muy sencilla: “es mi abuela, y a ratos siente una fatiga enorme que la obliga a buscar reposo”. Y así puede uno seguir su trabajo, su misión, su linda obra de empatía. (Tiempo de escritura: como 5 minutos con tres interrupciones. Tiempo de edición: 3 minutos de un tirón. Las siguientes entradas serán cronometradas científicamente.)

5 entusiastas que decidieron alimentar la máquina:

Áluna dijo...

un comentario cualquiera...

David E. Guzmán dijo...

Ya era hora de que los estornudos mentales tuvieran un lugar concreto en el universo, brindo por este nuevo blog!... me gustó mucho este primer atchis... ¿y cuál sería la respuesta si en esta misma situación vemos a un joven envejecido con una abuela juvenil?

margaisaza dijo...

achuuuù

Programación Cultural Comuna 14 - El Poblado dijo...

Ahora sí, en serio. Me alegra que algo de absurdo, o de automático, se entrometa en nuestras tediosas vidas con este blog. Larga vida al lenguaje que no se encasilla...

Unknown dijo...

Pues Hombe blogero te cuento que no era oruga pero hoy vi salir a uno retorciéndose de mi aguacate, lo vi caer desde mi cuchara en un afán desenfrenado de suicidio y como quedo vivo contribuí a ello y mi suela le beso su escasa vejez... me sentí mal por unos minutos hasta que entendí porque mi cosechada fruta verde de pepa extraída estaba dura... fácil sintió un gusano ingresar a sus entrañas y frunció culo... ahora estoy convencido que merecía conocer la parte más terrenal de mis ennegrecidos zapatos deportivos...