Aquí se leen (o se solían leer) los ejercicios de escritura automática de un tipo al que le encanta levantarse tarde... pero no puede.

Tirarse de la cama bocabajo y arrastrarse hasta la sala

Ordenar abrir las tablas del techo y dejarse llevar hacia la luna. Permitir que algo baboso y repugnante pase por delante sin estornudar y devolverse de un tirón a ver morir la tarde. En el balcón del mar esperar que algo suceda. Decirle a los que pasen que el tiempo es ilusión. Y cantar con guitarras viejas y sin cuerdas algunas tonadas melancólicas. Si pasa algo hacerle venia. Y si no también. Arrastrar los zapatos hasta la estación de Núñez, pedirle a una mujer que te acaricie el pelo. Y si accede dibujarle pajaritos en el aire. Retomar alguna tarea inconclusa y pedirle a los trenes que la pisen. Comentar entre susurros que han hecho algo desastroso y que han acabado con tu carrera policial. Desenterrar clavos de vagones derruidos, y ponerlos entre las ruedas de tus camiones preferidos. Insultar a los ancianos que no escuchen, para no herirlos en el pecho. Y dejar que un exabrupto te guíe de momento. Si una nube de insectitos se te acerca, sumarte a ellos entonando zumbidos de metal. Y posarse entre las ramas de un limón a someterse a los efluvios cítricos mientras obran locuras en tu mente. Esperar el paso de los osos hormigueros y lanzarse sobre ellos con la punta envenenada. Picarlos hasta que estallen de lo hinchados. Y recobrar las energías al borde del estanque. Cuidarse de las ranas que fabrican poesía, de su leche tibia y erudita, de sus croados soporíferos y complacidos de sí mismos, y al menor impulso correr en dirección contraria. Ver nacer luciérnagas de las burbujas pantanosas y esperar hasta que formen una hélice en torno de la noche. (Tiempo de escritura: 6’ 44’’. Edición: 4’ 01”)

4 entusiastas que decidieron alimentar la máquina:

Humanoide dijo...

Tomaré lo que ha escrito usted como de quien viene. Es decir, reduciré sus consejos en un axioma que, desde luego, olvidaré más tarde. Mientras tanto me queda la sensación del placer de la razón aprobatoria.

Me desperezaré un rato.
Bajo el cielo chato.

PADRE RESPONSABLE dijo...

Humanoide: hace usted bien. Pero no olvide que tarde o temprano y al menor descuido la voz paterna termina por obrar.

Que el buen clima esté de su parte. Y las alimañas llenas.

O dijo...

me acojo a la desemboltura que usted propone con la única intención de demostrarle a mi amigo que la escritura automática nos hace manifiesto el fantasma que todos llevamos dentro. convengamos en que en este momento soy una especie de espiritista que intenta establecer contactos siniestros. oigo pasos, lo escribo para que mi amigo también los oiga. no se sorprende. este es el momento en el que le empiezo a describrir el lugar al que he accedido por medio de este trance. al fondo un cuarto profundo con una cama destartalada justo en el centro. una guitarra rota y un gato que se instala allí de vez en cuando, a retozar después del amor sobre los tajados. más allá un baño con una venta que da hacia la cocina, el patio y el infinito... salgo y unas materas con ramas podridas inundan y zaguan desmantelado por las ausencias. las paredes descascaradas han teñido el suelo de un blanco amarillento. escuho pasos, como de bestia desvelada, como de moribundo espantado. retrocedo como si algo atrás me reclamara y vuelvo, vuelvo, vuelvo. mi amigo fuma un cigarrillo, y se ha puesto a dibujarme mientras tanto. los ojos se me llenan de un humo azul como el de los personajes de Bolaño y ya estoy quí del todo.

Anónimo dijo...

mis bloqueos mentales son tan automáticos como di deseo de escrbir. se posan frente a mí con su desnudez inóspita, con su leche desarnada y cálida. pero los derribo, son de piedra de fondo de nube. constelaciones de ladrillo y cemento, armazones de hierro y tiempo congelado en la despensa, así, la pantalla me muestra su caries, su punto flaco, el paraíso prometido de mis ríos de baba cósmica. eh ahí la palabra, un pañuelo limpio la cubre. no la vemos, es invisible, transparente...
y no levantamos el pañuelo por miedo a importunar a la familia de palabras que
discuten allí sobre el olvido y la blancura. la negrura y la espesura. problemas nada gramaticales discuten las palabras. pero nos quedamos en la mera sinfonía sinbólica...
stop.