Aquí se leen (o se solían leer) los ejercicios de escritura automática de un tipo al que le encanta levantarse tarde... pero no puede.

Largar la carrera de brujas y darle a cada una un beso en la frente

Pedirles que te traigan turrones de dientes de conejo embadurnados con anís. Soltarle la soga al duende y enseñarle a caer parado en tres saltos mortales. Introducir tu entrecejo en un zapallo y dedicarle horas al estudio de las semillas de hortaliza enorme. Preparar algún discurso en caso de que los viejos anacoretas te reclamen por tu falta de emoción. Y despistar las burradas con golpes de hombro. Si un lugar común te manda una tarjeta de invitación, puedes simplemente hacerlo pasar, ofrecerle un tinto envenenado e invitarlo a seguir la ruta del sanitario. Depende un poco todo esto del talante de tu mascota de turno. Porque si se trata de bulldogs apaleados en su infancia es posible que nada fructifique. Que un colmillo asestado en el lugar erróneo te deje viendo oscuro por el resto de tus días. O que de pronto bailes el foxtrot diabólico con los personajes incorrectos. No reduzcas tu mirada al estertor. Alimenta de frutas en papilla tus oídos, y degusta el zumo de naranjas con la punta de tus tímpanos. Reduce tus gustos a la mermelada de limón. Y bébela a chorros por los poros de tus manos. Invéntate una disculpa cuando lleguen los leones. Y hazte compinche de quien replique que la suma aleatoria de palabras da lo mismo que un pepino cohombro secándose al sol en medio del desierto. (Tiempo de escritura: 6’ 03”. Edición: 3’ 20”)

3 entusiastas que decidieron alimentar la máquina:

*******Lacónica******* dijo...

y cómo es que te vinieron las ganas de la escritura automática?

espero que me cuentes

beso
desde Buenos Aires

juan dijo...

¿sigues con Alicia en el pais entre los dedos?

PADRE RESPONSABLE dijo...

Lacónica: mi mamá tenía una máquina de escribir que ya no usaba. Yo empecé a teclear en ella por pasar el rato. Pero no me gustaba como se veía una página llena a medias. Entonces comencé a obligarme a saturarla de palabras de un solo tirón. Y llamé a eso "Estornudios Mentales". Luego conocí un libro que se llama "Cómo jugar y divertirse con escritores famosos", de Daniel Samoilovich, donde se hacía una referencia somera a las técnicas de escritura de los surrealistas franceses. Averigüé un poco más. Y me aficioné a pegar frases y palabras al azar, pero intentando conservar cierto tono... Y bueno, llegaron los blogs. Y te soy sincero: esta es una forma entretenida y realmente fácil de mantener uno actualizado y de paso ejercitar los dedos. ¿Por qué lo preguntás?

Juan: ya que lo decís, pondré a Alicia en la mesa desde esta misma noche... Gracias. Y se ve bien Lewis vigilando a los conejos con gesto divertido.