Aquí se leen (o se solían leer) los ejercicios de escritura automática de un tipo al que le encanta levantarse tarde... pero no puede.

Los vasos seguían a la expectativa

Desde su punto de vista la habitación era un cilindro de tonos difusos que se expandía a capricho por todos los costados. Ninguno de los perros movía siquiera la nariz. Y los angoras que se arrastraban por los rincones lanzaban miradas desconfiadas. Una bruja puede ser una gran amiga. Sobre todo si es aficionada al whiskey en las rocas y toca la guitarra como la maestra de Tom Waits. Adela era casi eso, pero además fumaba unos tabacos aromáticos que habían impregnado toda su casa con un olor a sembrado de especias ahumado. Su repertorio iba desde lo más sencillito de los Beatles o la fase oscura de Lou Reed, hasta unos engendros espesos que sonaban como música ranchera intoxicada por el órgano de una iglesia en la que se bailara blues. Nunca nos acostamos antes de las tres de la mañana. Y yo hacía siempre un esfuerzo extra para aguardar el momento en que a ella le naciera entrar en trance, cerrar los ojos ante el balcón, y comenzar a decir cosas al azar en las que de pronto se iba definiendo una visión del mundo apocalíptica, similar a la de aquellos músicos que seguían dándole a sus instrumentos mientras el Titanic se iba a pique. Cuando regresaba en sí, solía mirarte como a un bicho recién nacido. Sonreía, te tomaba de la mano, y comenzaba a improvisar sobre tu pasado, presente y futuro, aunque en eso último era más bien parca. Te decía cosas irrebatibles, como que tu complejo de no andar nunca en calzoncillos con la puerta abierta provenía del miedo a alguno de tus hermanos mayores, o que si algún día serías un escritor, eso no sería antes de tres o cuatro lustros, o en todo caso cuando por fin hubieras enfrentado tu miedo a la derrota. Al final te ofrecía un sorbo de whiskey y te arrojaba una nube de humo en la cara. Tomaba la guitarra, y su voz ya era otra. Más pura. Menos atormentada. Como una Bob Dylan después de regresar de Shangri-La. (Tiempo de escritura: 9’ 01”. Edición: 3’ 38”)

1 entusiastas que decidieron alimentar la máquina:

Programación Cultural Comuna 14 - El Poblado dijo...

Hubiese querido conocerla...