Aquí se leen (o se solían leer) los ejercicios de escritura automática de un tipo al que le encanta levantarse tarde... pero no puede.

Si uno se pone un disfraz de enanito…

…corre el peligro de darse por bien servido antes de tiempo, porque cuando un perro late por la ventanilla es conveniente no darle demasiado aliento. Siempre que alguien libere una endorfina organícele una marcha, prepare con sus compadres un bonito cortejo por las principales avenidas de su ciudad y junto a la banda municipal díganle todo lo bueno que hacen por la humanidad. No se detenga nunca ante las puertas de una carnicería más tiempo del necesario. Habla eso muy mal de usted. ¿Qué necesita pensar tanto alguien antes de comprar un trozo de carne? ¿Acaso no sabe bien cuánto dinero tiene en el bolsillo? ¿Acaso está pensando en algún tipo de corte que sorprenda al carnicero? ¿Está haciendo cuentas y cree que tal vez ya ha llegado la época de la carne de conejo? No. Ante las puertas de un carnicería no hay que pasar más tiempo del necesario para olfatear. Si apesta demasiado, siga su camino. Si no apesta, siga su camino. Si huele a carne fresca, húmeda, madura, sangrante y joven, deténgase, y extienda el dinero que tenga, pida lo mejor que le puedan dar por eso. O pida solomito de una buena vez y coma rico. Si no tiene plata para solomito, baje sólo hasta punta de anca. De ahí para bajo ignore todo hasta llegar al hígado. Ahí sí está la sustancia buena. El hierro. La vida. El meollo. Hígado y menudencias bien pueden llevar un hombre a viejo… (Tiempo de escritura: 4’55”. Tiempo de edición: 3’51”)

2 entusiastas que decidieron alimentar la máquina:

David E. Guzmán dijo...

Justo hoy compré 4 tajadas de bola de lomo, la carne de la semana mejor dicho... cuando llegué a la casa, leí la fecha de vencimiento: junio 25/08... claro que lo que no mata engorda y eso sí que lo necesito... además después de todas las miserias que comí con la salchicha en las parrillas bonarenses, nada me puede pasar, solo llegar a viejo.

DBJ dijo...

¡Hey, Profesor! ¡Qué chimba el fragmento de la carnicería! Además del humor, es la purita verdad.